miércoles, 20 de enero de 2010

KROMA IV: NO ME PUEDO CREER QUE TENGA DIÁLOGOS

Cualquier rey de demonios de piel roja, mirada ardiente, multitud de apodos aterradores y la edad de las montañas no habría sentido ningún dolor al recibir cinco patadas de amazona cabreada en los genitales. Pero Kroma no tenía la edad de las montañas, como mucho la de las colinas más altas, y el dolor insufrible que sintió en ese momento solo podría describirse eficazmente con una palabra: Mu-cho.
- ¡AU!-(esa también vale) gimió Kroma, ligeramente molesto por el dolor infernal- siento que el escritor de esto me odia con todo su alma.
Cemayus negó con la cabeza y dijo:
- Maldita sea, a mi nadie me obliga a negar con la cabeza.
Soy tu autor, yo mando.
- No si te arranco la cabeza con mi bolso... hacha... euh... cosa de doble filo- aseguró la amazona.
Oye, tenemos un contrato. "Yo mismo sentía que esto se me iba de las manos". Maldita sea, vamos a ceñirnos al guión.

Cemayus apuntó con su hacha al pequeño rey de demonios, y con voz grave y amenazante, añadió:
- Deduzco que no tienes ni buenas intenciones ni chocolate en la nevera, pequeño demonio.
Kroma, contra todo pronóstico (el pronóstico eran ligeras precipitaciones en el sur) dedicó una malvada sonrisa a la amazona.
- No traigo buenas intenciones, amazona, pero sí tengo chocolate en la nevera.
La amazona, algo más confiada, bajó el arma.
- ¿Qué tipo de chocolate?
- Blanco.
- ¿De qué marca?
Por el amor de dios, seguid el guión.
- Vengo de IM3- empezó Kroma, haciéndome caso omiso- para detener una terrible conspiración que pretende derrocarme y poner a otros al mando de PLANETA TIERRA.
- Pero en la segunda parte ponía que vienes porque te aburrí...
- Eso es parte del pasado- interrumpió el pequeño rojo- ahora el relato mola más, y necesita un argumento acorde con su índice de molonidad.
- Bien, te escucho- asintió Cemayus, atenta- háblame de esa conspiración y qué tiene que ver conmigo.
- No tiene nada que ver contigo, simplemente ha dado la casualidad de que has aparecido y me apetecía contárselo a alguien. Atiende.

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