¿Quiénes sois vosotros?- preguntó Cemayus amenazante-, ¿Y dónde está la cabeza del Oráculo?
- ¿El Oráculo?- Inai frunció el ceño, confuso.
- El tipo sin cabeza, Inai- explicó Marakalay.
- ¿Quién es Inai?
- Tú eres Inai.
- ¿Yo?- preguntó el chaval-. ¿Entonces no soy Cemayus?
- Yo soy Cemayus, ¿Y cómo conoces mi nombre?
- ¿Y quién es Loco Azufre Hitty?- continuó el chico.
- Nadie es Loco Azuf… maldita sea- Marakalay golpeó en la pared con el puño-, cierra la boca.
- Aclarémonos- sugirió Kroma.
- Es que a mi me gusta ser oscuro- respondió Inai.
Basta. Ya está. Se acabó. Seguimos con la maldita historia.
- Muy bien- sentenció Cemayus-, esto es lo que vamos a hacer. Para no tener que soportar otros dos capítulos más de chorradas y estupideces sin sentido en los que nos conocemos, propongo que nos presentemos uno a uno y que expliquemos nuestros propósitos. Yo, por ejemplo, soy la Chica con C Mayúscula, más conocida como Cemayus, y vengo de otra época por que a la nave marca ACME de este tío- señaló a Kroma- le salió de las narices. Mi objetivo es encontrar un modo de volver a casa y, si por el camino puedo librarme del canijo rojo, pues chachi piruleta.
Kroma dio un paso adelante.
- Yo soy Kroma.
- ¡Hola, Kroma!- respondieron todos al unísono, al más puro estilo terapia de grupo.
- He venido a PLANETA TIERRA huyendo de mi hermana, la diosa Pendulita, y ahora busco un modo de detener sus malvados y megalómanos planes de dominación mundial. ¿O eran planes de destrucción mundial…? Ya no me acuerdo.
- ¡Bravo, Kroma!- aplaudieron todos al mismo tiempo.
- Yo soy Marakalay- continuó el anciano-, presidente de la Asociación de Sabios Superiores (A.S.S.), y mis investigaciones me han llevado a la conclusión de que algo ocurre en PLANETA TIERRA. Pienso averiguar qué es y cómo detenerlo.
Inai, que jugueteaba con su yo-yó, repasó con la mirada a todos los presentes y comenzó a hablar.
- Mi nombre es Inai Cakahueses, y pertenezco al circo ambulante de Maese P.Landrusk. Hace dos días, mi compañía y yo actuábamos en Kal-gonit, la ciudad pulcra, y tío, flipas, anocheció de pronto, ¡a las doce de la mañana! Por toda la ciudad se oyó una voz en off que acojonaba un huevo, que nos aseguró que todos seríamos reducidos a una variedad poco común de pan de gamba. Así que el alcalde de la ciudad me eligió a mi, por mis dotes acrobáticas y mi, ejem… pericia, para que consultase al Oráculo lo que nos deparaba el futuro. Y aquí estoy.
- ¿Dónde?- preguntó Kroma.
- Aquí, canijo.
Una vez Inai hubo terminado, la recepcionista se dispuso a hablar.
- Yo soy…
- Muy bien- cortó Cemayus-, está claro que todos buscamos un único fin. Propongo que formemos sociedad y vayamos a la busca de la cabeza del Oráculo.
- ¡Pero si está muerto!- exclamó Inai, señalando al fiambre decapitado.
- No es cierto- la amazona negó con la cabeza-. En la época de la que yo vengo, el Oráculo ya existe. Es inmortal, invulnerable e incoloro… aunque no inodoro- hizo una mueca de asco y prosiguió-. Esté donde esté su cabeza, el Oráculo aún puede hablar y predecir el futuro. Solo necesitamos saber quién se lo llevó.
- Esta mañana- saltó la recepcionista de pronto- han llegado dos tipos sospechosos que buscaban al Oráculo. Puede que hayan sido ellos.
- ¡Estupendo!- exclamó Marakalay- ¡Podemos empezar por ahí! ¿Cómo eran esos tipos?
- Ummmm… veamos- la chica pensó unos instantes-, uno era un anciano bastante gordo, con un casco antiguo y oxidado, gafas de cristal ahumando, bigote de morsa y una escopeta enorme. El otro era un chaval como de mi edad, así de alto- indicó, señalando a Inai con la cabeza- y vestido de forma muy extraña, como tú- volvió a dirigirse al acróbata.
- Esos éramos nosotros, petarda- gruñó Inai.
- ¡Oh! ¿Entonces vosotros…?
- No, niña, ellos no lo han hecho- dijo Cemayus, algo cansada-. ¿No se te ocurre alguien más que haya podido ser?
- Bueno, hoy han pasado por aquí dos animadoras adolescentes muy sospechosas, tres testigos de Jehová altamente sospechosos, una docena de monjas extremadamente sospechosas y dos tipos de negro, encapuchados, de ojos oscuros y penetrantes, armados hasta los dientes y nada, nada sospechosos.
Se hizo un incómodo silencio.
- Empezaremos por los encapuchados- decidió Marakalay.
- ¡Pero si la chica ha dicho que no eran nada…!- protestó Inai.
- En serio, será mejor que empecemos por los encapuchados, por mucho que diga esta joven.
- Me llamo…- iba a decir la recepcionista, cuando se vio interrumpida por Cemayus.
- Bien pues, imagino que al pasar a ver al Oráculo dejaron algún tipo de pista.
- Poca cosa- aseguró la chica-. La firma, fecha de nacimiento, dirección del domicilio, nombre del padre, madre o tutor, tarjeta Visa, D.N.I., el reloj y la muela de oro- abrió un cajón de la mesilla de la habitación y comenzó a sacar todos los documentos que había mencionado-, y una foto de carnet.
Cemayus hojeó los documentos, consultó su plano de bolsillo (comprado en el puesto de información) y señaló un punto en él.
- Puerto Congrio- dijo al fin, verificando sus datos con la fecha en que nació Gargamel, la posición de los astros y la temperatura rectal de un pitufo con chistera-. Tengo la certeza de que es ahí donde se esconden nuestros misteriosos ladrones de cabezas.
- Para llegar a Puerto Congrio- Kroma observó el mapa unos instantes-, podemos atravesar la Campiña monacal, descansar en Kal-gonit y cruzar la Cordillera inconclusa. Estaríamos ahí en menos de tres días y siete capítulos.
- En marcha, pues- exclamó Inai-. Todos juntitos en plan coleguitas, hacia Puerto Congrio.
- Pero, ¿Ya?- la recepcionista parecía sorprendida- ¿así, sin equipaje ni nada?
- Maldita sea, chiquilla, esto es un relato fantástico. En estas historias ni se cambian, ni se lavan ni hacen sus cosas.