miércoles, 20 de enero de 2010

KROMA III: CINCO PATADAS EN LAS ESCUDILLAS GENITALES

Así, sin anestesia ni nada, Cemayus se encontró de morros con una descomunal nave marca ACME de esas que vienen con aterrizajes forzosos de serie y cantidades ingentes de dinamita en la guantera (Una guantera muy grande, todo hay que decirlo). Su primera reacción como chica indefensa habría sido chillar como una descolocada y golpear a la nave con el bolso ordenando que se marchara como si de un caniche cabreado se tratara. Si fuera una chica indefensa, claro. Como pornoamazona legendaria, se limitó a golpear con el bolso (si por bolso entiendes "hacha descomunal de doble filo con +1 de fuerza", claro), hasta que su misterioso piloto (misterioso para ella, claro, este es MI relato, recuerdo, y sé quién es el misterioso piloto, por lo tanto para mi ya no es el misterioso piloto, si no, simplemente, el piloto... o el mistpiloto, o el pilosterioso... Claro que podría decir su nombre ahora y ahorrarme explicaciones estúpidas sobre MI relato, pero es más divertido perder el tiempo y las huellas dactilares dándole vueltas a todo esto. Maldita sea, ahora ya no recuerdo si había abierto paréntesis). (Ah, pues sí, porque los acabo de cerrar).

El caso es que el misterioso piloto (llamémosle... no sé... Kroma, por decir un nombre) se mosqueó, que es lo que suele pasar cuando una pornoamazona cabreada golpea el capó de tu nave marca ACME tuneada con su... bolso descomunal de doble filo (esto ni siquiera tiene sentido), y acabó saliendo de la cabina. Ante Cemayus se alzó el Terrorificioso, el Hacedor de maldades, el Aterroristicador horroricístico, el tejedor de chunguismos, el asesino de ositos de peluche de esos baratuchos que pierden el pelo con el primer lavado y que emiten un sonido horrible cuando les aprietas la patita, Kroma, rey de demonios, de los combos y del jamón serrano barato de taberna. Su rostro duro como la piedra, sus ojos ardientes como el fuego, su piel roja como... como... como algo muy, muy rojo, y sus 123 cm de estatura aterrarían al más valiente, euh... al más valiente de los gnomos de jardín (o de sus variantes más salvajes, el gnomo de selva escalopín y el gnomo escupeberzos de montaña). Pero a Cemayus no. La amazona no se dejó amedrentar, y con toda la fuerza de sus músculos de pornoamazona, descargó no una, ni dos, ni tres ni cuatro ni seis, si no cinco, cinco patadas de fuerza 23 (incremento de +3 por ira asesina) sobre las minúsculas euh... escudillas genitales del rey de demonios.

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